El teniente que aun cuando no prestaba servicio en la compañía encargada del cerco de la Iglesia, pero que siempre se distinguió por solicitar los cometidos de mayor peligro, quiso facilitar al mando con su cooperación, la resolución de aquel episodio, y, a tal efecto pidió permiso el día 11 del citado mes de agosto para penetrar en el templo y colocar una carga de trilita en uno de los peldaños de la escalera de acceso a la torre , con el fin de producir una voladura e impedir la defensa del enemigo por las troneras abiertas a lo largo de aquellas.

 

Autorizado por el jefe de la Bandera para realizar este audaz golpe de mano, el teniente Ripoll acompañado por un legionario solamente, franqueó a pecho descubierto la plaza de la iglesia, muy batida por el enemigo parapetado en la torre, siendo herido en el empeño. Una vez al abrigo de los muros del templo, y a pesar de seguir sufriendo los efectos de las granadas y petardos que le lanzaban, logró entrar en el recinto, cruzar la nave principal y colocar la carga de trilita, que al hacer explosión arranco la parte inferior de la escalera, causando gran desconcierto en el adversario y quebrantando considerablemente su moral, lo que contribuyó de modo muy eficaz a la rendición del mismo.

 

Dos veces más fue herido en acciones de guerra este heroico oficial, el 28 de septiembre de 1936 y el 12 de febrero de 1937, encontrando gloriosa muerte en la última de las fechas mencionadas.