Efectivamente, en dicho pueblo mientras las tropas tomaban un pequeño descanso, se le dio la orden, de recuperar, a toda costa, la posición de “Peña de Aholo” que dominaba a la cota 1560, donde se había replegad la guarnición de dicha posición; para ello se agregó a la bandera el Quinto batallón del Regimiento de Infantería América 23 y la primera compañía de la Primera Bandera de F.E.T. de Burgos que se encontraba antes mencionada. Seguidamente emprendió la marcha, pasando por Roni y de allí a la cota 1560 donde llegó sin ningún descanso a las doce horas del día 23, aproximadamente.

Allí se le presentó el comandante Gimeno, quien le informó de la situación del objetivo a ocupar y a quien mostró la orden del comandante Andino por la que se le concedía el Mando de la columna. A las 12.30 llegaba a dicha cota la Bandera de la Legión, a quien hubo de dar un breve descanso, pues se encontraba fatigosísima. Percatado el enemigo de lo que se preparaba, comenzó un fuerte paqueo sobre la cota 1560, al que inmediatamente contestó el comandante Montero con fuego de ametralladora, haciéndose cargo con certero golpe de vista de la situación, lanzó sus fuerzas contra “el Mogote”, posición dominante a la derecha de “Peña de Aholo”, desde donde era hostilizado, apoderándose de ella en un brioso ataque, que no pudo contener, ni la resistencia enemiga, ni lo abrupto del terreno, ni su gran pendiente, desalojando al enemigo hasta lograr establecer allí a sus fuerzas; seguidamente se inició la operación sobre “Peña de Aholo”, lanzando sus tropas al asalto, venciendo una vez más la resistencia enemiga, que fue desesperada, luchándose a tan corta distancia que la única arma eficaz, era la granada de mano. De nada sirvieron los contrataques enemigos, que con fuerzas de refresco pretendieron arrollar a las que había puesto pie en la posición. El comandante Montero supo imprimir tal ardor y entusiasmo a sus tropas, que resultaron infructuosos todos los esfuerzos del enemigo.

Pero, a pesar de ser tan brillante su actuación en la toma de la posición, culminó en los días sucesivos del 25 al 30 al rechazar los sucesivos contraataques con que el enemigo procuraba recuperarla todo trace. Reforzadas las fuerzas del comandante Montero con una compañía de zapadores y varias centurias de Falange, dirigió, atendió y organizó la defensa de la posición con un derroche de valor, serenidad y pericia tal, que hicieron inútiles los 41 ataques que el enemigo desarrolló en aquellos días, a pesar de su extraordinaria superioridad numérica, en furiosos combates, terminados unos e iniciados los mas en el cuerpo a cuerpo, ya que, siendo los ataques nocturnos y favorecidos por espeso bosque, el enemigo se acercaba sin ser visto hasta veinte metros de la posición, inundándola con una verdadera lluvia de bombas de mano. El espíritu elevadísimo de nuestra tropa y la firmeza del Mando, hacía que se contestase en la misma forma y con igual energía, hasta el punto de que  hubo combate en que no se disparó ni un solo tiro, y como la posición carecía de alambradas los cadáveres enemigos quedaban dentro de ella y soldados nuestros caían en salidas heroicas y de sacrificio bajo la serena y hábil dirección del comandante Montero.

Estos hechos, tienen tanto o más valor, cuanto que se trata de un jefe procedente del Cuerpo de Inválidos, que padece parálisis en la pierna y brazo derecho.